Las entidades públicas, al igual que los servidores que ocupan cargos de responsabilidad en las mismas, tienen como uno de sus principales desafíos construir relaciones de confianza con los beneficiarios de sus servicios, los líderes de opinión y sus grupos de interés, en general. El logro de sus resultados depende, en buena medida, de la credibilidad, reconocimiento y respeto del que gozan por parte de la ciudadanía que hoy, debido a la cobertura y creciente consumo de las redes sociales, se mantiene más informada, vigilante y expectante respecto del comportamiento de instituciones y funcionarios.
Esta situación demanda de nuevas competencias de fortalecimiento del liderazgo en lo público, tanto institucional como personal, tarea que se dificulta en escenarios de alta incertidumbre como los que se viven actualmente.